SER O NO SER
¡Ser o no ser, he aquí el dilema! Romperse las espaldas en luchas ideológicas que nunca parece que puedan realizarse, o refugiarse entre las acogedoras sombras dentro de la torre de cristal. ¿Hay término medio?
Miro la calavera, y el fantasma aparece en lo alto de las escaleras-mente, y me grita: ¡Necio, ¿acaso crees poder cambiar el mundo? No sé que responderle y de nuevo miro al descarnado rostro sin ojos. ¿Sabes qué responderme? El espectro ríe a carcajadas mientras el resto del mundo aguarda en silencio.
¡Nunca más! Grita la calavera-conciencia, y mi corazón palpita, angustiado, sin querer saber qué ha entendido, qué entiende. ¡Destino, dime qué he de hacer! La niebla ha sustituido al fantasma y cubre ahora, mortaja-olvido, las ruinas del Templo. Una solitaria y desgarrada bandera ondea breves instantes y luego cae, engullida por el olvido. ¡Nunca más!
Despierto. Giro la cabeza y observo el despertador-calavera-espectro. Son las seis y media de la madrugada: hora de levantarse. ¡Ser o no ser! Hoy, ser; mañana, no se sabe.
Miro la calavera, y el fantasma aparece en lo alto de las escaleras-mente, y me grita: ¡Necio, ¿acaso crees poder cambiar el mundo? No sé que responderle y de nuevo miro al descarnado rostro sin ojos. ¿Sabes qué responderme? El espectro ríe a carcajadas mientras el resto del mundo aguarda en silencio.
¡Nunca más! Grita la calavera-conciencia, y mi corazón palpita, angustiado, sin querer saber qué ha entendido, qué entiende. ¡Destino, dime qué he de hacer! La niebla ha sustituido al fantasma y cubre ahora, mortaja-olvido, las ruinas del Templo. Una solitaria y desgarrada bandera ondea breves instantes y luego cae, engullida por el olvido. ¡Nunca más!
Despierto. Giro la cabeza y observo el despertador-calavera-espectro. Son las seis y media de la madrugada: hora de levantarse. ¡Ser o no ser! Hoy, ser; mañana, no se sabe.
Todos los derechos imagen y texto©Francisco J. Segovia