UN MINUTO ANTES
DE LA OSCURIDAD, Y UN MUNDO PARA REFLEXIONAR
La literatura post apocalíptica
siempre ha estado de moda. Desde la obra de Matheson, Tú, el Inmortal, hasta
las sagas recientes, plagadas de zombis, virus mortales, o guerras atómicas sin
sentido, sin olvidar novelas tan espléndidas como “En la playa”, de Nevil
Shute, o la más reciente, “La Carretera”, de Cormac McCarthy, y es difícil
escribir algo nuevo sobre este tema. Sin embargo, la era pre apocalíptica –si es
posible utilizar este término- se sumerge más en unos cánones filosóficos, o en
unas sociedades distópicas, sin que se acabe de saber si el final está o no a
la vuelta de la esquina. En cambio, la obra de Ismael Martínez, “Un minuto
antes de la oscuridad”, sí que nos muestra con claridad un mundo al borde de la
extinción. No a causa de una guerra, ni de un virus, que sería lo habitual,
sino que ahonda en los males de una sociedad como la que vivimos. Aquí, Ismael
logra sumergirnos en una atmósfera depresiva, caótica a veces, demasiado rígida
en otras, donde los hombres y mujeres sobreviven a pesar que todo a su
alrededor se viene abajo.
Y nadie sabe el motivo. Pero ¿hay
necesidad de explicarlos? En “Un minuto antes de la oscuridad”, ni Ciro, ni
Sole, su esposa, ni los demás personajes que aparecen –y desaparecen a veces de
forma dramática- son plenamente consciente de lo que está acaeciendo. El
protagonista se aferra a su mundo, intenta incluso averiguar las causas de un
crimen… en una sociedad a la que parece importar poco lo que pasa al vecino de
al lado. ¿No nos suena esto de algo?
En un Madrid no tan lejano, en una
sociedad no tan distante a la que las políticas actuales la están llevando, “Un
minuto antes de la oscuridad” hace reflexionar sobre las motivaciones y
sentimientos humanos. Sobre la necesidad de la solidaridad, del amor, de saber
a dónde ir y cómo hacerlo.
Porque eso es lo que afecta, en
mayor o menor medida, a los personajes perfectamente construidos de la novela
de Ismael Martínez: que no son capaces de sobreponerse a los acontecimientos.
Ciro lucha por mantener su status quo, como si nada pasase a su alrededor. Sole
se refugia en las drogas y en un sexo insustancial. El resto, deambula entre el
olvido y la muerte. O huye, o muere, víctima de extraños grupos de hombres y
mujeres, que sí que parecen haber encontrado su camino a través del horror y el
asesinato.
¿Un mundo así es posible? Debería
preguntarse el lector cuando haya terminado de leer la novela. La respuesta que
Ismael Martínez da en su “Un minuto antes de la oscuridad”, es brutal y está
intrínsecamente en la palabra “Mañana”. Donde acaba una historia y, quizá,
empiece otra totalmente distinta. Quizá, en definitiva, el “mañana” empiece
hoy, lo estemos viviendo en estos tiempos de caos y desasosiego.
Con Ismael Martínez, con “Un minuto
antes de la oscuridad”, se nos crea la opresiva sensación que estamos viviendo,
si no ese minuto, apenas unos pocos antes del fin de todo. Esa es la esencia de
la literatura fantástica, de las epopeyas post o pre apocalípticas: hacernos
creer que pueden suceder. Ismael Martínez Biurrun lo consigue plenamente. Un autor al que habrá que seguir leyendo, sin lugar a dudas.
Francisco
José Segovia Ramos
Enero
de 2015.