NOCHE DE BARBACOA
El
verano es para las bicicletas. Para las bicicletas y también para las
barbacoas. Las dos palabras empiezan con B, te dices divertido. Sonríes,
dichoso. Una ligera brisa agita las ramas de los abetos que rodean el perímetro
de la finca y la protegen de miradas curiosas. La piscina, con sus aguas
transparentes y limpias, mece entre sus brazos húmedos unas hojas caídas hace
poco. Al fondo, junto a la mansión, los sacos de carbón te aguardan con su
contenido listo para encender la hoguera.
La carne también espera, con
paciencia infinita y casi melancólica, que la ases con deleite en la fogata.
Buena carne, te dices, y te relames
ante la perspectiva de un fastuoso festín.
Y es que no hay mejor barbacoa que
la que se disfruta bajo la luz de las estrellas una noche de verano y con la
familia. Aunque tú seas el único comensal y ellos, la comida.