EL PENSADOR
Está sentado en lo alto de una roca cuadrada,
y piensa,
con la mano recogida sobre su muslo,
con el puño bajo la barbilla;
en la grúa que desbroza cemento,
en el mendigo que aguarda en la esquina,
o en el cielo que amenaza caer
sobre nuestras cabezas.
El hombre de bronce,
hercúlea figura que soporta al tiempo,
medita bajo la sombra rasgada de árboles
de invierno,
y se deja llevar de aquí para allá,
de jardín pétreo a jardín pétreo.
Su desnudo cuerpo recibe al árido viento
de la ciudad,
y las miradas obscenas del transeúnte
que le ignora mojigato.
En la ciudad desolada,
Rodin se revuelve en su tumba,
levanta martillo y cincel y desmonta la idea
que bulle en el cerebro metálico
de su hijo más longevo.
Piensa la serena estatua
en el futuro que no ha llegado,
o los ancestros que se perdieron
en pensamientos afines,
congelados en broncínea idea
inmóvil y desdichada en su quietud.
Está sentado en lo alto de una roca cuadrada,
y piensa,
con la mano recogida sobre su muslo,
con el puño bajo la barbilla;
en la grúa que desbroza cemento,
en el mendigo que aguarda en la esquina,
o en el cielo que amenaza caer
sobre nuestras cabezas.
El hombre de bronce,
hercúlea figura que soporta al tiempo,
medita bajo la sombra rasgada de árboles
de invierno,
y se deja llevar de aquí para allá,
de jardín pétreo a jardín pétreo.
Su desnudo cuerpo recibe al árido viento
de la ciudad,
y las miradas obscenas del transeúnte
que le ignora mojigato.
En la ciudad desolada,
Rodin se revuelve en su tumba,
levanta martillo y cincel y desmonta la idea
que bulle en el cerebro metálico
de su hijo más longevo.
Piensa la serena estatua
en el futuro que no ha llegado,
o los ancestros que se perdieron
en pensamientos afines,
congelados en broncínea idea
inmóvil y desdichada en su quietud.
Todos los derechos©Francisco J. Segovia
9 comentarios:
Piensa la serena estatua
en el futuro que no ha llegado, piensa en si es porque no va a existir o porque él no se da cuenta de que está paralizado, ajeno a lo que a su alrededor acontece.
Un saludo indio
Aún con su aurea mágica, los artistas no tienen la varita para descubrir qué nos deparará el futuro. Más que nada esto sucede porque en el futuro metemos las manos los humanos, ya sabes: el homo sapiens.
Me ha encantado este poema-fotografía descuartizador de la realidad más apabullante.
Hacía tiempo que no te leía y he disfrutado mucho.
Un beso grande.
Hermoso y lúcido poema
¡Se te echaba en falta!
Saludos mesetarios
Francisco, ya tenía ganas de leer un poema tuyo con tu estilo tan personal de contenido social. Un abrazo, como siempre eres un pedazo de poeta. Lo demuestra este poema
Precioso poema Paco,me alegra tu vuelta,nos vemos pronto,tenemos que trabajo,jeje.
Un abrazo
Saludos, Luisa:
Las vacaciones del estío son agotadoras, por el calor y por todo lo demás, ejem.
Gracias por leerme, sé que eres una de las más fieles seguidoras.
Besos
Saludos, Alkaid:
Soy como el Guadiana, voy y vengo, pero siempre estoy.
Un abrazo andalusí.
Saludos, Milagros:
Es un poema que nació tras una visita a una exposición de Rodin en Granada. Quizá la magia -si tiene alguna- resida en que lo escribí casi al instante de contemplar la estatua del pensador.
Besos
Saludos, Juan:
Pues sí, hay trabajo por delante. A ver si saco ganas y me pongo a ello.
Un abrazo
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