No puedes asir el tiempo.
Ni lo intentes.
El tiempo es una infancia muerta,
y una carta que no fue respondida.
El tiempo es el polvo que se acumula
bajo las camas;
volátil, sólo puedes recogerlo
y arrojarlo a otro lugar.
Quizá a la desmemoria.
Te miras en el espejo,
y me preguntas,
como desde hace años:
¿Estoy bien?
El tiempo es un tósigo
que no entiende de sentimientos;
se introduce en el cuerpo,
lo vilipendia,
difumina y acaba.
Te digo que estás mejor que nunca,
beso tus labios,
y no me importa si hay arrugas en tus sienes,
o tu pelo es ahora cano.
El tiempo puede con muchas cosas
pero, como el tamo,
es tan fútil que no hace daño
porque cae poco a poco.
Francisco J. Segovia©Todos los derechos
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