(Agua, Sol y Arcilla, óleo de Juan Antonio Galindo)
¡Pedro, arrastra la carretilla hasta aquí! Tomás, estoy cansado. Yo también, Pedro. Arcilla, agua, sol. Sol, agua, arcilla. Agua, arcilla y sol. Eterna cantinela que suena mientras se construyen las prisiones de ladrillo.
El edificio crece. Se eleva sobre un mar de miseria, y son las lágrimas de Tomás, de Pedro, de Ana y de Mario, de Abdul y de Yukio, de Jonás y de Zulema, las que se mezclan con la tierra, bajo un sol que siempre castiga. Los edificios tienen en todos los lugares del mundo los mismos inhumanos cimientos cuando se construyen con el sudor de la infancia.
1 comentario:
Tremenda escena. Me uno a la crítica que subyace en este micro. NO a la explotación infantil.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
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