A LA VENTA MI ÚLTIMO POEMARIO, ESOS DÍAS AZULES

jueves, 6 de diciembre de 2012

Microrrelato: La guerra paralela

Se había preguntado muchas veces cómo podía explicar aquella guerra a su futuro hijo, que estaba a punto de nacer. ¿Cómo narrarle las vicisitudes de un conflicto interminable provocado por la apertura de los puentes de enlace entre la vieja Tierra y su compañera de la Otra Dimensión, Tierra-2? Era imposible si no retrocedía hasta el principio de todo, cuando los científicos de Tierra descubrieron una máquina capaz de “agujerear” el espacio-tiempo. Su objetivo no era otro que poder viajar hasta las estrellas, eliminando las fronteras de la velocidad de la luz, pero abrieron otros caminos, inesperados y que trajeron fatales consecuencias.

Nada más activar el aparato, decenas de agujeros espacio-temporales se abrieron en la superficie de la Tierra; agujeros negros de medianas dimensiones que nacían en mitad de los océanos, en los desiertos de arena, en los más áridos terrenos y, también, algunos dentro de urbes habitadas por incrédulos humanos. Cada uno de ellos era una vía para llegar al “otro lado”. El viaje era posible: no más allá de las estrellas, pero sí más allá de éste mundo.

El problema es que los de Tierra-2 entendieron aquellas especiales puertas como un intento de invasión, o una oportunidad. Tampoco podía esperarse otra cosa de un planeta paralelo cuya historia había transcurrido de manera radicalmente diferente a la de la Tierra. Tenían un gobierno mundial, hablaban un solo idioma, y defendían unos únicos intereses: crecer y multiplicarse más allá de su mundo, en las estrellas. Tierra se convirtió en el objetivo prioritario de los habitantes de Tierra-2.

Y, por supuesto, se decía el hombre mientras seguía disparando a sus enemigos, que brotaba a raudales de una de las puertas inter dimensionales, los gobiernos de la Tierra no estaban dispuestos a ser invadidos.

Pero no podría contar nada a su hijo porque, de repente, uno de los artrópodos inteligentes de Tierra-2 le atravesó el cráneo con un disparo de láser…

Francisco J. Segovia©Todos los derechos

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