UN HOMENAJE A LA
CIENCIA FICCIÓN RUSA
Dentro de su colección 2099,
Ediciones Irreverentes ha editado una nueva antología bajo el título de Rusia y
la URSS en la Ciencia Ficción, un homenaje a la literatura de este género de
este país, y con relatos que abordan la temática con un protagonismo especial
de Rusia o la antigua URSS.
Tras un prólogo de Dani Arroyo en el
que se hace un somero repaso de la literatura rusa clásica del género, varios
escritores ponen sus relatos a disposición del público. Encontramos autores de
lengua hispana y también traducidos del ruso.
Silencio Mortal, de Juan Guerrero
Sánchez, fue el relato ganador del XV Premio Sexto Continente de Relato de
ciencia ficción, una historia pos apocalíptica dignísima y trepidante, digna
merecedora del premio del certamen. En Relato sobre Ak y la humanidad, Efim
Zozulia, escritor ruso ya fallecido, nos cuenta una historia claramente
enmarcada en los inicios de la revolución bolchevique. La clonación, de
Cristian Cano Morales, nos habla de un experimento científico y sus
consecuencias imprevisibles, aunque también habla de la moralidad de la
ciencia.
Juan Torres, en Sigamos adelante,
también nos introduce en un mundo caótico, quizá debido a una guerra mundial,
en el que sus protagonistas buscan un futuro a pesar de las adversas circunstancias.
El buceador es un relato del ruso Oleg Bóndarev, un autor contemporáneo que
está rompiendo moldes en Rusia y debería ser más conocido en occidente. En pie,
famélica legión, obra de Marcos Fernández, ganador del certamen de novela de
terror de Utrera, es una historia en la que un personaje histórico redivivo se
encarará con los que han convertido a sus congéneres en meros esclavos del
capital.
Aleksandr, de Adrián Tejeda, es una
historia ucrónica donde Rusia se ha erigido en la potencia dominadora, y su
protagonista nos cuenta cómo lo consiguió y los éxitos obtenidos. Pedro
Pujante, otro clásico escritor de ciencia ficción española, nos vuelve a
sorprender en Moscú siempre ha sido frío, una historia entre la ciencia ficción
y el thriller, muy inquietante y desasosegadora.
El bote sin etiqueta, del escritor
ruso Anatoly Dneprov es una metáfora sobre el saber sin conocimiento, la
palabra sin fondo o la vida sin sentimiento, a causa de un extraño experimento
que provoca efectos extraordinarios. En El sueño del soviet, David Martínez
Gómez no se va muy lejos en el tiempo para contar una historia sobre las
ambiciones de recuperar el esplendor perdido de Rusia por parte de un personaje
concreto del que nunca menciona su nombre pero que todos podrán reconocer.
Olenka, de Antonio Molina Juanes es
una bella historia sobre una mujer que nunca sabremos si es real o mero anhelo
de su protagonista, que aprovecha para contarnos parte de la historia rusa.
Rojo dos comienza con una conferencia sobre el espacio y termina con una
revelación que cambiará la historia del mundo. Aleksandr Beliáev, otro gran
escritor ruso fallecido, nos lleva con Rumbo al Oste a un mundo dirigido por
una gran inteligencia que se encuentra ahora en apuros.
Un tiburón malherido, de Francesc Barrio
Julio, entra dentro de un género cercano a la política ficción, con un plan
maestro ruso de ataque a sus enemigos americanos que se enfrenta con algunos
problemas. Luna roja, de Heliodoro Villanueva Corral nos lleva a otra ucronía
donde los rusos son los primeros en llegar al satélite de la Tierra, aunque eso
no supondrá una gran ventaja.
Dioni Arroyo, en Una nueva
esperanza, narra un futuro desgarrador, y un descubrimiento que puede cambiar
las cosas, pero que requiere de un sacrificio por parte de sus protagonistas.
Mens sana in corpore sano, de María Zaragoza es un corto pero intensísimo
relato que habla de la vida eterna, que no sana. Sesenta años después, de Kir
Bulychiov, otro autor ruso, trabaja con ironía un futuro en el que el pasado,
la historia, ni se conoce ni se respeta, e incluso de manipula u olvida.
En Ecos del Futuro, José Francisco
Sastre García escribe sobre un futuro en donde la humanidad se enfrenta a
multitud de problemas, no siendo el menos grave la existencia de peligrosas y
mistéricas sectas secretas. Olga Mínguez Pastor, en Mi dulce Liudmila, nos
lleva al interior de Rusia y a una secretísima base militar donde se desarrolla
un experimento mortal. En El Vestido blanco, de Antonio Morales Montoro, nos
encontramos una historia que bien podría encuadrarse dentro del género fantástico,
y que deja un buen gusto en el lector. Finalmente, en El rayo rojo de Miguel
Ángel de Rus, una máquina que puede resucitar a los muertos se utiliza para
hacerlo con un anciano muy particular, que no duda en enfrentarse a sus
resucitadores con palabras contundentes.
Rusia y la URSS en la ciencia
ficción fue editado por Ediciones Irreverentes en el año 2016, dentro de la
colección 2099.
Más información en:
Francisco José Segovia Ramos
Mayo de 2017
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