Hay quien está muerto, y no lo sabe. Como árboles muertos y que aún permanecen en pie, sombras de vida. ¿No los veis? ¡Mirad despacio, a vuestro alrededor! ¡Observad las luces de los ojos que os observan! Los silencios son más delatores que las palabras o los hechos. Demasiados fallecidos pasean por las calles...
¿Por qué caen las hojas si no es otoño? Fluye el río, pero nadie escucha. Entre los árboles, el aire toca instrumentos de madera, pero nadie los oye. Quizá, alguna pareja, aún enamorada, se percate de ello o, quizá también, un pequeño deje la pelota a un lado y se ponga a sentir... ¿Por qué caen las hojas si ya no es otoño, si nunca ha sido otoño?
Los fantasmas han invadido las ciudades, y no sé donde esconder mi sombra...
¿Por qué caen las hojas si no es otoño? Fluye el río, pero nadie escucha. Entre los árboles, el aire toca instrumentos de madera, pero nadie los oye. Quizá, alguna pareja, aún enamorada, se percate de ello o, quizá también, un pequeño deje la pelota a un lado y se ponga a sentir... ¿Por qué caen las hojas si ya no es otoño, si nunca ha sido otoño?
Los fantasmas han invadido las ciudades, y no sé donde esconder mi sombra...
Francisco J. Segovia©Todos los derechos (imagen y texto)
2 comentarios:
Que razón llevan tus prosas.
Cuantos zombis se ven por las calles que ni sienten ni padecen.
Muy acertado y original, aunque yo ya lo supiera de antemano.
Saludos
Saludos, Marian:
Pues sí, hay mucho muerto andando por las calles.
Besos
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