La nave cayó sin control y se estrelló contra la
superficie arenosa del planeta. Solo hubo dos supervivientes: el agente Norman
Lewison y el preso al que custodiaba, Johny Mash, el mayor traficante de armas
del sistema solar.
Norman miró a su alrededor: habían caído en un extenso y
desolado yermo, sin haber tenido tiempo de comunicar su localización a los
posibles grupos de rescate. Apenas tenían un par de bolsas de agua y tres cartuchos
alimentarios para sobrevivir hasta tanto. Iban a ser jornadas muy duras. Johny
sonrió con fiereza, pensando en que a la mínima oportunidad escaparía de su
guardián.
Casi un mes después una nave de rescate localizó el lugar
del accidente. Varios agentes de seguridad y médicos descendieron a tierra y
buscaron sin convicción a posibles sobrevivientes. Para sorpresa de todos,
encontraron vivo a Norman, que se resguardaba bajo unas rocas cercanas.
-Después de todo este tiempo no esperábamos encontrar a
nadie con vida – le dijo un oficial de la policía mientras le tendía la mano y
le ayudaba a incorporarse.
-Dos semanas es mucho tiempo en mitad de la nada –
respondió Norman en un tono frío y distante.
-¿Hubo más supervivientes del accidente?
-Sí, Johny Mash, el preso que llevaba a la prisión de
Darkrock.
-No lo veo aquí. ¿Murió?
-Sí… -Norman hizo una ligera pausa, y añadió – Me lo
comí. Ya sabe… el hambre, la sed.
Una ligera brisa levantó parte de la arena que se
acumulaba junto a las rocas, dejando al descubierto unos pelados y recientes
huesos humanos…
Francisco J. Segovia©Todos los derechos
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