LAS NIEBLAS DE HUANCABAMBA, UN VIAJE AL INTERIOR DEL ALMA HUMANA
Las Nieblas de Huancabamba, del madrileño David Villegas Cabadas, fue la novela ganadora del I Premio de Novela corta de Terror Ciudad de Utrera del año 2013, organizado por la Editorial Autores Premiados en colaboración con el ayuntamiento de la citada localidad.
La novela, aunque corta, indaga, como si se tratase de un bisturí, en el alma humana. Quizá –y sin quizá- en la parte más tenebrosa de la misma. David Villegas nos introduce en un mundo, mitad onírico, mitad real, que termina por absorbernos y hacernos parte de él. Sus protagonistas, una pareja de turistas españoles profundamente enamorada y terriblemente equivocada sobre lo que van a encontrarse en Huancabamba, nos hablan de una relación de amor que trasciende la mera muerte… o tal vez algo peor que la muerte.
La trama se va desarrollando a través de una descripción, minuciosa a veces, de un paisaje sudamericano que se nos va haciendo cada vez más irreal, más ominoso. Sobre todo a partir del viaje a las entrañas de la selva, que se me antoja similar al del explorador de la novela de Conrad, El corazón de las tinieblas. El protagonista, Alejandro, se enfrentará a los misterios que ocultan los Weigel, a las trochas de la jungla, a las propias nieblas de Huancabamba, que se pegan a la piel del lector y lo llevan al borde de la angustia.
David Villegas recrea de forma hábil una atmósfera al principio liviana, alegre, digna de una novela de viajes para, posteriormente, introducirnos de golpe en un mundo que parece extraído del Apocalipsis. El terror psicológico que el autor va recreando a lo largo de la primera mitad de su obra se transforma, por un golpe de efecto que remueve las tripas y nos sumerge en lo peor del género humano, en lo que los anglosajones llaman “gore”: un horror repleto de vísceras, sangre y cuerpos desmembrados. Y todo ello sin perder la alta calidad literaria en ningún momento.
Las Nieblas de Huancabamba, de David Villegas, es recomendable para el aficionado al terror porque no abusa de los diálogos de “relleno”, típicos de las novelas al uso, y desarrolla la trama de forma pausada pero constructiva, sin dejar nada al azar. Cierto es que, a mi parecer, el final quizá se acelere un tanto, pero el autor lo salva hábilmente, ya que su forma de narrar esta última parte es muy “visible” fílmicamente, y por ello, su aparente deficiencia final se palía totalmente por el uso adecuado y eficiente del lenguaje, que hace que el lector quede tan inundado de imágenes terribles y angustiosas que solo quiera salir de esos laberintos donde se esconde el mal. Tal vez para buscar, junto a su protagonista, a la perdida Raquel, de la que no desvelaré sino que es la amada de Alejandro. Del de antes, y del de… después.
En definitiva, obra que merece estar entre las que el aficionado a la buena literatura de terror tenga en su librería, porque es digna, sin lugar a dudas, una segunda lectura, algo que se puede decir de pocas obras del género.
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