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martes, 17 de abril de 2018

Reseña: Calabazas en el trastero, Casas embrujadas, VV.AA., Saco de Huesos Ediciones, 2017


TERROR ENTRE CUATRO PAREDES

Las casas encantadas, las mansiones embrujadas, han formado y forman parte de la literatura y el cine de terror. Desde Poe y Henry James hasta Stephen King, y desde Otra vuelta de tuerca a Winchester.

            En esta antología, varios autores y autoras españoles escriben sus relatos con un eje común: la casa embrujada.

            Casa ocupada, de Javier Vivancos, es un opresivo relato donde un agente inmobiliario se las verá con una casa cuanto menos misteriosa. Cláusula 21, de Sergio Moreno, toca con acierto cuestiones tan actuales como la escasez de vivienda, las desigualdades sociales y los abusos de los poderosos, y nos introduce en una historia de manipulación que llega hasta más allá de la muerte. Relato perfecto en su ejecución es No entres, de Ricardo Cortés Pape, narrado con inteligencia y dejando al lector la oportunidad de descubrir que se esconden en sus bien trenzados párrafos.

            En la Casa silente, Daniel Garrido Castro cambia las tornas y nos muestra el otro lado, con precisión y naturalidad, como deben verlo los que habitan en ese lado oscuro. Escritores, de Andrés Díaz Sánchez, es una historia dentro de una historia, donde su protagonista es un escritor que busca la paz en una casa que ha albergado a otras personas en su misma situación. Trozos, de José Alberto Arias, es una obra maestra del género, contada a base de piezas sueltas que, al final, forman un todo conjuntado y muy endiabladamente divertido.

            Lisardo Suárez, en Cuento de hadas con ogro, nos cuenta una historia donde la casa no es la protagonista opresiva, sino la aliada, y el ente maligno es otro, quizá mucho más cercano que una mansión encantada. En Rescoldos, otra magnífica pieza para enmarcar, Erica Gómez Gris nos habla de casas, de familias con misterios, y de los famosos muertos en los armarios, ¿quién no tiene uno?. En Hotel Carcosa, la siempre fiable Salomé Guadalupe Ingelmo nos demuestra su saber escribir, con un relato poderoso, muy bien narrado y con un final sobrecogedor.

            Nunca cuidar a un niño pudo ser más peligroso, en Cenobia, Iván Humanes nos hace estremecer con una historia compacta, sin subterfugios, que se va desarrollando con contundencia y sin dejar nada a la imaginación. L.G. Morgan, en Tentación, nos lleva a una habitación extraña, prohibida para curiosos, y que esconde un peligro indefinible. Un manicomio siempre ha sido lugar para que se produzcan hechos desagradables, pero Víctor Villanueva Garrido, en La casa de los juguetes rotos, va más allá y se marca una redonda narración. La casa de plástico, de Javier Lacomba Tamarit, nos trae recuerdos de aquel famoso corto del cine español, La cabina, pero con resonancias más ominosas y actuales.

            En definitiva, otra gran antología para disfrutar, que viene a acrecentar la merecida fama de la colección Calabazas en el trastero.

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