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domingo, 22 de mayo de 2016

Reseña: Calabazas en el Trastero, Mitos del Cthulhu, VV.AA., Editorial Saco de Huesos, 2013



LOS MITOS DE LOVECRAFT DESDE UNA ÓPTICA HISPANA


            Nuevamente tengo el placer de reseñar otra antología de la colección Calabazas en el trastero, dedicada a los mitos de Lovecraft. Un reto dificilísimo que, sin embargo, sus autores han conseguido con un notable alto.

            Como bien dice Mikel Rodríguez en el prólogo, lo hispano no ha tenido demasiada aparición en la obra de Lovecraft, aunque su obra, paradójicamente, sí que ha motivado y entusiasmado en Iberoamérica y España. No era de extrañar que un grupo de autores españoles se lanzara al reto de escribir sobre esos mitos que pergeñó magistralmente el escritor de Providence.

            Trece relatos variados, con estilos dispares, historias más clásicas y otras más atrevidas, pero con un contenido común centrado en el universo lovecraftiano que no desencantarán a nadie.

            Así, nos encontramos con Los que descienden al mar en naves, donde Javier F. Bilbao introduce a Lovecraft en la historia de una manera sutil pero contundente. En Scharat tse on Aaritse, Juan Ángel Laguna nos lleva a lo más profundo de una selva en busca de un hallazgo arqueológico imposible, en un viaje que recuerda a El corazón de las Tinieblas, de London. Neotenia es una magnífica historia  de Aitor Solar donde el misterio se entremezcla con la imaginación desbordada del protagonista, con un final dignísimo e impactante.  Pablo Loperena nos sumerge en un mundo casi onírico, donde realidad y pesadilla se mezclan sin solución de continuidad, para encontrarnos finalmente con un protagonista que no imaginábamos y que da sentido al título de la historia, Escribiendo el Miserere. Gema del Prado y Miguel Martín nos traen de nuevo a ese detective de lo paranormal, Solo, que tendrá que buscar en los bajos fondos madrileños a un ser infernal en su relato En los oscuros recodos del tiempo. En Memorias de un esquizofrénico, Eduardo Casas Herrer nos transporta en brazos de un personaje confuso entre la realidad y sus paranoias, sin que sepamos realmente donde empieza una y acaban las otras en un juego desenfrenado y excitante. Josué Insua Ayuso, con Nigredo, bebe directamente de una de las historias más conocidas de Lovecraft, Reanimador, pero le da una vuelta de tuerca y la actualiza de forma sencilla pero eficaz, e incluso supera a su maestro por momentos. Fe, de Santiago Eximeno, es una historia corta pero apasionante, donde religión, sentimientos y miedos se unen en una suerte de crisol en el que se funden sus protagonistas. De nuevo hay una referencia a otro relato de Lovecraft en La otra ciudad sin nombre, de Patricio G. Donato, que trabaja con maestría una historia que nos recuerda al autor estadounidense, pero que tiene características propias que la hacen mágica. Víctor Villanueva Garrido lo borda en Las manos que las aniquilan, donde dioses crueles e inhumanos se vislumbran a través de los miedos y las incertidumbres, y acaban llegando y cogiendo lo que es suyo. Ricardo Giraldez centra en el famoso grimorio Necronomicón su relato, La transfiguración, jugando con el libro inventado por Lovecraft y dándole un protagonismo especial. En La caída del Hombre, Carlos García utiliza elementos novedosos, como es el formato entrevista, para dar cabida a una locura apocalíptica y un final abierto y terrible. Por último, Dani Guzmán, como un Bosco literario, trae a la Tierra, con Y a dibujar tentáculos, los monstruos ocultos e invocados para destruir al hombre, liderados precisamente por Chulhu, el primigenio que da nombre a la antología.

            En definitiva, buena antología, con notables relatos que dejan bien a las claras que en este país hay cantera sobrada y preparada para lo que se tercie.

Más información y ejemplares en:
http://sacodehuesos.com/calabazas-en-el-trastero/mitos-de-cthulhu


Francisco José Segovia Ramos
Mayo de 2016

4 comentarios:

Patricio G. Donato dijo...

Estimado Francisco, gracias por tu comentario sobre la obra en general, y sobre mi relato en particular. Me alegra que consideres que tiene algo "mágico". Saludos desde la Patagonia.

Francisco J. Segovia dijo...

Saludos:

En efecto. Me reitero que tu relato, La otra ciudad sin nombre, es mágico. Su referencia a La ciudad sin nombre de Lovecraft no es gratuita. El autor estadounidense la situó en el desierto, tú, hábilmente, la desarrollas en la Patagonia, añadiendo ideas nuevas y desarrollando las criaturas de H.P.L., sin desmerecerlo en absoluto.
Una historia que merece continuación, o ampliación. Quizá, en un futuro próximo, tengamos la oportunidad de seguir leyendo tu obra.

Enhorabuena

Unknown dijo...

Francisco, muchas gracias por tomarte tu tiempo para leer y comentar la antología. Me ha gustado mucho la pequeña reseña que has hecho sobre mi relato, y me alegro de que te haya gustado. No te había comentado nada hasta ahora, porque acabo de descubrirla.
Un abrazo.

Unknown dijo...

He intentado que mi identidad fuera revelada en el comentario anterior, pero mi inutilidad tecnológica idiopática me lo ha impedido. Soy Pablo Loperena, el autor de Escribiendo el Miserere.