INICIO Y FINAL
Buscaba
saber qué diferencia había entre un camello y un dromedario. Hizo clic, y
aparecieron imágenes y textos. Curioso, pinchó un enlace. Clic, y Lawrence de
Arabia lo miró a los ojos, con su turbante blanco y sus labios sonrientes. De
nuevo hizo clic en otro enlace, que aparecía casi escondido. Un niño de mirada
triste lo observaba, envuelto en un pañuelo blanquinegro. Leyó historias que conocía
superficialmente, y se olvidó del dromedario y del camello. Ahora veía pueblos
de adobe, blancos y castigados por el sol, y dramas que encogían el corazón. El
clic se hizo más pausado, y su alma se aceleró. Cada uno de los movimientos de
sus dedos de la mano derecha lo introducían más y más en una vorágine de datos
y cifras que le dejaron perplejo. Sintió mareos, y ganas de vomitar. Hizo un
último clic: allí, en esa página que visualizaba aparecía, por fin, un animal
de una joroba que llevaba sobre su lomo a una chiquilla de negros cabellos y
mirada infinita. Pero ya había dejado de interesarse por los camélidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario