EL
MÁGICO VIAJE
Soy
John Wayne en lo alto de la diligencia, y soy un ciudadano del pueblo
ascendiendo la escalera de Odesa. Después aparezco a las puertas de Júpiter,
con destino a las estrellas. Luego me encuentro en un pequeño apartamento,
donde salvo a una chica desesperada a punto de suicidarse. Más adelante –o
atrás, da igual- descubro gorilas gigantes que aúllan su soledad a los cielos,
y robots anunciando el fin del mundo tal y como lo conocemos. Un hombre con el
rostro cubierto por una máscara negra me dice al oído: ven al lado oscuro.
Sonrío, y le respondo que soy un hombre de principios, pero que puedo
cambiarlos por otros. Escucho un sonido a mi espalda, y sé que ella está allí
detrás, girando su cabeza de forma imposible, poseída por el mal en su esencia
pura. Pero como viene, se va, y quedo solo en mitad de un planeta habitado por
simios, o por dinosaurios. Finalmente, cuando todo acaba y vuelve la luz, mi
madre empuja mi silla de ruedas y salimos fuera. Desde que caí enfermo y quedé tetrapléjico,
viajo por el mundo a través de la gran pantalla de este cine de barrio.
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