A SUERTES
—No
sé si descerrajarme un tiro o enfrentarme a la realidad y asumirla —se dijo el
suicida.
—Decídelo
a cara o cruz. Si sale cruz, me disparas —le respondió la pistola frunciendo el
seguro del gatillo.
Convencido
por la propuesta, el hombre arrojó una moneda al aire: salió cruz. Sin dudarlo,
se pegó un tiro en la cabeza.
—¡Perfecto!
—exclamó la pistola, que se había deslizado fuera de la mano inerte del suicida
—. Todo salió como queríamos.
—En
efecto —le contestó la moneda de dos cruces.
Luego,
se fueron juntas a tomar unas cervezas. Por supuesto, invitaba el hombre
muerto.
Francisco J. Segovia©Todos los derechos
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