TERROR ENTRE CUATRO PAREDES
Las casas encantadas, las
mansiones embrujadas, han formado y forman parte de la literatura y el cine de
terror. Desde Poe y Henry James hasta Stephen King, y desde Otra vuelta de
tuerca a Winchester.
En
esta antología, varios autores y autoras españoles escriben sus relatos con un
eje común: la casa embrujada.
Casa
ocupada, de Javier Vivancos, es un opresivo relato donde un agente inmobiliario
se las verá con una casa cuanto menos misteriosa. Cláusula 21, de Sergio
Moreno, toca con acierto cuestiones tan actuales como la escasez de vivienda,
las desigualdades sociales y los abusos de los poderosos, y nos introduce en
una historia de manipulación que llega hasta más allá de la muerte. Relato
perfecto en su ejecución es No entres, de Ricardo Cortés Pape, narrado con
inteligencia y dejando al lector la oportunidad de descubrir que se esconden en
sus bien trenzados párrafos.
En
la Casa silente, Daniel Garrido Castro cambia las tornas y nos muestra el otro
lado, con precisión y naturalidad, como deben verlo los que habitan en ese lado
oscuro. Escritores, de Andrés Díaz Sánchez, es una historia dentro de una
historia, donde su protagonista es un escritor que busca la paz en una casa que
ha albergado a otras personas en su misma situación. Trozos, de José Alberto
Arias, es una obra maestra del género, contada a base de piezas sueltas que, al
final, forman un todo conjuntado y muy endiabladamente divertido.
Lisardo
Suárez, en Cuento de hadas con ogro, nos cuenta una historia donde la casa no
es la protagonista opresiva, sino la aliada, y el ente maligno es otro, quizá
mucho más cercano que una mansión encantada. En Rescoldos, otra magnífica pieza
para enmarcar, Erica Gómez Gris nos habla de casas, de familias con misterios,
y de los famosos muertos en los armarios, ¿quién no tiene uno?. En Hotel
Carcosa, la siempre fiable Salomé Guadalupe Ingelmo nos demuestra su saber
escribir, con un relato poderoso, muy bien narrado y con un final sobrecogedor.
Nunca
cuidar a un niño pudo ser más peligroso, en Cenobia, Iván Humanes nos hace
estremecer con una historia compacta, sin subterfugios, que se va desarrollando
con contundencia y sin dejar nada a la imaginación. L.G. Morgan, en Tentación,
nos lleva a una habitación extraña, prohibida para curiosos, y que esconde un peligro
indefinible. Un manicomio siempre ha sido lugar para que se produzcan hechos
desagradables, pero Víctor Villanueva Garrido, en La casa de los juguetes
rotos, va más allá y se marca una redonda narración. La casa de plástico, de
Javier Lacomba Tamarit, nos trae recuerdos de aquel famoso corto del cine
español, La cabina, pero con resonancias más ominosas y actuales.
En
definitiva, otra gran antología para disfrutar, que viene a acrecentar la
merecida fama de la colección Calabazas en el trastero.
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