OBJETOS MALDITOS EN PALABRAS HISPANAS
La
antología No tocar, reúne catorce historias de autores y autoras españoles cuya
temática gira en torno a un objeto maldito, cargado de misterio o que provoca
efectos poco beneficiosos. Tras el gran prólogo de Santiago Eximeno, el lector
se encontrará con relatos muy interesantes que le harán pasar unas horas
deliciosas.
Cuando
el destino nos alcance, de José Ignacio Becerril Polo, es un clarísimo homenaje
a Jacobs y La pata de mono, que utiliza el tema de la historia narrada por su
protagonista para incluir subtramas, cada una tan inquietante como la anterior,
y con un final perfecto. En Perdedor, de José Francisco Solís, una moneda un
tanto peculiar da la fortuna a su poseedor, siempre que se la sepa tratar como
se debe, algo que no siempre sucede. Relato inquietante el de José Manuel
Fernández Aguilera, Sin salirse de la raya, porque ¿quién no ha soñado con
tener algo con lo que borrar lo que no le gusta?, lo que pasa es que se nos
puede ir de las manos, algo que no le sucede a la prosa directa del autor de
ese estupendo relato.
Diana
Muñiz, con su relato Podrá meter sus sueños dentro, hace un guiño al lector con
un objeto que no por menos cotidiano puede convertirse, igualmente, en algo
siniestro, como es el caso de un vehículo. Una historia de sexo salvaje es la
base sobre la que Virginia Pérez de la Puente teje su historia, Te daría mi
alma, con un curioso y omnipresente reloj de arena que solo al final muestra su
verdadera importancia. Una plaga, una flauta, una mujer misteriosa, son las
mimbres que utiliza Carolina Pastor Jordá para crear una extraordinaria
historia, Y la puta hiso sonar la flauta… por casualidad.
Las
reminiscencias del género negro se pueden encontrar en La brújula, de José
María Pérez Hernández, y también una ácida crítica de hasta dónde se puede
llegar por encontrar una buena noticia. Roberto Malo, fiel a su estilo irónico
y divertido, sin perder ese halo de terror que nos sobrecoge, nos sumerge con
su Percha Burlona en un mundo casi onírico pero opresivo, y nos deja con un
final apoteósico. Las sectas mistéricas, y los templos escondidos son el lugar
donde se desarrolla La llamada del mal, de Luis Ager Alcaraz, con claros tintes
gore en algunos momentos y un buen desarrollo argumental. El secreto del
abuelo, de Carlos L. Hernando, es una historia oscura, tenebrosa, cargada toda
ella de elementos terroríficos, unos claros a la vista, otros, escondidos tras
las hábiles palabras de su autor, que suman un relato dignísimo.
En
otra vida, de Sergio Macías, se centra en una navaja como objeto maldito, y nos
hace sospechar que, quizá, en muchas ocasiones no sea el asesino el responsable
de sus actos, sino un mero instrumento en manos de otras personas, o
cosas. Uno de los artefactos más
cotidianos –y demoníacos por posesivos- de nuestra sociedad, el televisor, está
muy presente en El hedonista, de Fernando Lafuente Clavero, tras leer la
historia uno se pregunta si, en realidad, no le está sucediendo cada día al
encender el endemoniado aparato. En Ángel Oscuro, de Ana Morán Infiesta, un
cuadro, o mejor dicho, la mujer de un cuadro, se erige en gloriosa protagonista
de la historia, que nos arrastra a lo mejor y peor de este mundo. Por último,
Juan José Hidalgo Díaz, en Quiero ser, nos presenta un relato con
reminiscencias de Shelley, mitad prosa poética, mitad poesía descarnada, que no
dejará indiferente a nadie, tanto por su forma de contar una historia como por
lo que cuenta.
No
tocar, antología de varios autores y autoras, fue publicada por la editorial
Saco de Huesos en el año 2011.
Más información y ejemplares en:
Francisco José Segovia Ramos
Febrero de 2017
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