LA
CATEDRAL NEGRA
Todas las iglesias y catedrales se construyeron sobre la
tierra, y se alzaron hacia el cielo, el reino de Dios. Los maestros canteros
tallaron las piedras, y esculpieron en ellas sus firmas, o símbolos
metafísicos. El resto de la humanidad contempló maravillada cómo se erigían aquellos
edificios, y las multitudes llenaron su interior para rezar y suplicar por sus
pecados.
Pero en un lugar desconocido de casi todos, escondida a
la mirada de la mayoría, una secta antigua como la misma existencia de la
civilización, edificó una catedral inmensa, muy diferente a las demás: se
construyó excavando en las profundidades de las tierras, de forma que su torre
campanario se encuentra en la sima más profunda de la construcción, y su
entrada está oculta bajo la inocente fachada de una pequeña gruta.
En esa catedral, que sus acólitos llaman “la catedral
negra”, celebran misas sangrientas y rezan cantos de ominosas melodías a su
único dios, al que ellos consideran superior al que ama y teme a la vez el
resto de los hombres: Lucifer, el ángel caído.
Cada solsticio de invierno, coincidiendo con la llegada
del invierno en el hemisferio occidental, celebran una magna misa, en la que
invocan sin descanso el retorno de su señor y la instauración de un nuevo
orden. Así ha sido desde el principio de los tiempos, aunque nunca han sido
respondidas sus plegarias.
Hoy, sin embargo, tras la misa del solsticio, el Caído se
ha aparecido a las varias docenas de fieles que lo adoran. Una llamarada ha
brotado del interior del altar invertido, y su mera presencia ha llenado de
fuego las estancias y de olor a azufre las fosas nasales de sus seguidores. Con
voz de trueno y mirada de fuego ha declarado a los allí presentes: ¡Hoy, amados
míos, empieza mi reinado!
Lo que como seguidor suyo declaro y afirmo horas después
del acontecimiento, a veintiuno de diciembre de dos mil doce: el fin del mundo
según el calendario maya, pero el principio del nuestro, por la gracia de
Lucifer, el Todopoderoso.
Francisco J. Segovia©Todos los derechos
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