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jueves, 1 de noviembre de 2018

Relato: Una jornada de trabajo en el siglo XXI


UNA JORNADA DE TRABAJO EN EL SIGLO XXI

Suenan las sirenas de la fábrica: es la hora de cambio de turno. Berta S. y Luis M. salen por las puertas del sector cinco, tras catorce horas de trabajo, con una breve pausa de media hora para el almuerzo. Se encuentran en la parada del metropolitano, se dan un ligero beso en los labios, y toman juntos la línea siete, que los llevará hasta su modesto apartamento, situado en una de las ciudades dormitorio que rodean al enorme complejo fabril. En el trayecto de una hora apenas hablan, porque todo lo que tenían que decirse está dicho, y las jornadas de trabajo se repiten con una monotonía insufrible, amén del cansancio y el hastío. Pero no les queda otra.
Están casados desde hace dos años, y tienen una hija de siete meses, que dejan en la guardería cuando se marchan al trabajo, y a la que recogen cuando bajan del metropolitano. Apenas disponen de un par de horas para besarla y disfrutar de sus gestos y de sus avances, porque hay que acostarla pronto.
Ya en su hogar, y dormida la pequeña, Luis M. enciende el televisor: en sus canales se repiten los mismos insulsos programas de siempre, aparte de un partido de fútbol de tercera división y un debate político, en el que sus contertulios insinúan un nuevo aumento de la jornada laboral, o una bajada de salarios, o ambas cosas a la vez.
Berta S. se acerca a su esposo. Se sienta junto a él y mira sin ver el televisor. Al poco rato murmura con nostalgia:
—Añoro aquellos viejos buenos tiempos de Abuelo, donde las cosas eran mejores…
Su esposo asiente con la cabeza. Él también lo recuerda: parece que fuera ayer cuando Abuelo gritaba en las calles contra las reformas del gobierno… y donde recibió la bala que lo mató, y acabó al mismo tiempo con tantas ilusiones.
Pero eso fue hace muchos años, en el 2013. Ahora, veinte años después, le parece que el mundo que les rodea haya retrocedido doscientos años.   

Francisco J. Segovia©Todos los derechos

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