De
una obra como Alma y el Poeta, se puede decir que la poética se pone al
servicio de la literatura de alta graduación; sin matices, sin dejar nada al
azar, sin pedir al lector misericordia. Una obra de las que dan caña, a saco.
José
María Tamparillas desbroza los escabrosos caminos de un barrio depauperado,
triste, sombrío… bueno, como hay muchos dispersos por cada ciudad de este mundo
descolorido y egoísta. Poeta se mueve en un terreno espeso, donde el alcohol,
las drogas, las putas y los criminales de cualquier cuño se mueven a sus
anchas. Pero él, el protagonista, trasunto del autor, sin lugar a dudas, no
pierde esa capacidad poética, esa forma de ver el mundo desde otro punto de
vista. Por supuesto, ni tan mojigato ni tan adulterado como el de la mayoría de
los que viven, o sobreviven, el día a día.
Alma
y el Poeta está magníficamente escrito. Aquí, las putadas, los cabrones, las
jodiendas, tienen su sentido, su valor, y su Alma. Porque este personaje, una
chica extraña, que aparece y desaparece como un simún asfixiante y
sobrecogedor, sirve de argamasa para unir a los diferentes personajes que se
mueven alrededor o a través de ella.
José
María disecciona con maestría a Poeta, a Sotanas, a Miguelón, e incluso a los
gatos tuertos que deambulan entre bares llenos de humo y cargados de alcohol.
Las putas merecían un libro como este, y los chulos cabrones, también. ¿Quién,
sino el bueno y jodido de Poeta, es el más indicado para contarnos sus vidas?
El
libro de José María Tamparillas se lee de un tirón… o casi, porque hay momentos
en los que hace revolverse las tripas del más duro, y otros en los que se nos
encoge el corazón. Capítulos compactos, duros, manejados con soltura. Párrafos
que nos arrastran a las tinieblas que se esconden tras las miradas vacías.
Frases lapidarias, que caen como losa de cementerio sobre el imprevisto lector
y le hace recapacitar sobre la realidad de la vida.
¿No
somos, acaso, todos como Poeta? ¿O no? Quizá haya mucho de Poeta en cada
lector, y también de Alma, y de Sotanas. El mundo no es tan perfecto como nos
lo pintan por doquier. En él se resguardan, en esquinas llenas de podredumbre
de barrios donde la desolación tiene su morada. Poeta vive en uno de ellos, en
todos. José María lo borda, así de claro. Quién no haya leído nada de él se lo
pierde. Una gran putada habérselo perdido.
Los
dibujos de Marifé Castejón acompañan con soltura el relato. Son oscuros, sin
concesiones al color, góticos hasta la plenitud, impactantes. Otro nuevo
acierto de Dissident Tales unir a estos dos talentos en una de sus
publicaciones.
El
libro tiene un extra, el relato titulado “La mirada del Dodo”, que fue ganador
de un premio Nocte en el año 2013, lo que ya dice mucho de su calidad
literaria. También aparece Poeta como protagonista del mismo, y es un perfecto
colofón a Alma y el Poeta.
Francisco José Segovia Ramos
Abril de 2015
2 comentarios:
Muchas gracias por la sinceridad y el alma. Me alegro de que te haya gustado... de esa manera. Tus palabras son como agua fresca, de esas que marcan seguir adelante.
Un abrazo.
Saludos, José María:
El libro es duro, hay que reconocerlo, y llega al estómago para revolverlo, y también tiene mucho de poética.
Eres un magnífico canalla escribiendo, espero seguir leyendo cosas tuyas.
Un abrazo
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