SIMETRÍA, EL AUTOR, EL PROTAGONISTA Y LA LITERATURA BIZARRA
No es la primera
vez que aparece la imaginaria ciudad de Simetría en estas reseñas. La anterior
vez fue relacionada con la obra Telaraña, de José Luis Cantos, también de la
misma editorial. No es la primera, y seguramente tampoco será la última, porque
Simetría tiene un «algo» que atrae a los escritores. A los buenos escritores,
hay que añadir. Porque una ciudad, un país, un mundo imaginario de nada sirven
si no hay detrás un artista de las letras. Y Darío Vilas lo es.
Simetría
da para mucho, pero hay que saber aprovecharlo. En El Hombre que nunca
sacrificaba las gallinas viejas, Darío Vilas nos sumerge en una ciudad oscura,
siniestra, donde la vida parece transcurrir con normalidad, aunque no es así. A
través del presente, y de los recuerdos de su protagonista, Marquitos Laguna,
nos sumergimos en un mundo de un realismo sangriento. Duro e inmundo. Repulsivo
y, también, comprensible desde la óptica de Marquitos, un hombretón con un pasado
siniestro a sus espaldas.
Darío
Vilas esgrime con maestría su palabra, y nos arrastra a Simetría, casi como si
nos secuestrara. No hay oposición posible. El libro se lee casi de un tirón
(por no decir de tirón y medio seguido). Hay pausas, pero muy meditadas y
concisas. Lo justo para tomar aire y prepararse para lo siguiente que nos narre
El Hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas.
Simetría,
repito, da para mucho, pero hay que saber aprovechar los recursos que ofrece,
sumergirse en su mundo bizarro y terrible, y reflejarlo en papel sin que nos
resulte extraño o ajeno. Darío Vilas (igual que también José Luis Cantos) lo
consigue plenamente en su obra. Género negro de primera calidad, que se puede
releer más veces, con riesgo de terminar viendo que, en realidad, hay mucho de
Simetría en nuestras ciudades.
Lo
que ignoramos es dónde se esconden los Marquitos de cada una de esas urbes que
parecen tan diáfanas pero ocultan tantos secretos. En El Hombre que nunca
sacrificaba las gallinas viejas, Darío Vilas nos muerde las tripas, casi en el
sentido literal de la palabra. Y eso, al lector avispado, gusta. Y mucho.
La
obra forma parte de la colección Dirt, de la Editorial Tyrannosaurus Books, y
fue publicado en el año 2013.
Web de la editorial: http://tyrannosaurus.es/index.php?id_product=43&controller=product
Francisco José Segovia Ramos
Febrero de 2016
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