A LA VENTA MI ÚLTIMA NOVELA, LA CASONA DEL INDIANO
EN BREVE SALDRÁ PUBLICADO MI SEGUNDO POEMARIO TITULADO ESOS DÍAS AZULES

lunes, 20 de agosto de 2018

Relato: El tratamiento


            El doctor puso el frasco de pastillas en la mano del paciente.
            —Aquí tiene, señor Stewart —dijo en tono neutro —. Tómese una a primeros de cada mes durante todo el año. Después, ya sabe, debe venir otra vez por estas oficinas.
            Stewart asintió con la cabeza mientras miraba a sus acompañantes sonriendo estúpidamente. ¡Al fin había conseguido el tratamiento que le haría inmortal!
            Claro que, cuando la Industrial Farmacéutica Olson & Merryt anunció que habían conseguido fabricar un producto que alargaba la vida eternamente, apenas tenía recursos para permitírsela, dado que solo estaba al alcance de unos pocos multimillonarios. Pero había tenido éxito en sus negocios y ahora se podía permitir gastarse unos cientos de millones en la “medicina”.
            Cuando salieron al exterior sintió un ligero escalofrío. En el contrato que había firmado para adquirir las pastillas se especificaba claramente que solo eran efectivas un año, y que había que seguir adquiriéndolas año tras año, con el agravante de que si se dejaba el tratamiento… podía acontecer una muerte dolorosísima.
            Era un riesgo a correr. Stewart se consoló al recordar su inmensa fortuna. No tendría problemas en conseguir las pastillas… y si los tenía siempre podía subir el precio de sus productos, o especular en el mercado. No sería la primera vez.
            Treinta años después Stewart moría entre horribles estertores. Su cuerpo se contrajo hasta convertirse en el de una momia en vida. Y todo sucedió cinco días después de que dejase el tratamiento, porque se encontraba en la ruina total y no podía pagarlo…
            Lo que nunca supo –ni la Industrial Farmacéutica lo iba a anunciar jamás- era que el coste de las pastillas era irrisorio, y que la empresa jugaba con la ley de la oferta y la demanda, elevando cuantiosamente su precio, como el mismo Stewart debía haber adivinado, ya que él había hecho lo mismo en numerosas ocasiones.

Francisco J. Segovia©Todos los derechos

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