A LA VENTA MI ÚLTIMO POEMARIO, ESOS DÍAS AZULES

jueves, 26 de marzo de 2020

Historias para superar una crisis, 12


ALMA DESNUDA





Estoy despierto y asomado

al amanecer desde este dormitorio

en el que la pasión brotó y se apagó

entre montes movientes de tela.



En las penumbras contemplo

tu cuerpo desnudo y exhausto,

apenas cubierto por las sabanas gastadas

de tanta batalla incruenta,

y me maravilla tanta hermosura.



La silueta del sueño se perfila

entre tu lacio cabello negro que cae

sobre tu espalda y tus curvas secretas,

y entreabre lugares donde perderme

en exploraciones

infinitas y desbordadas.



¿Cómo fue?

El viento sopla fuera, con levedad

de besos primerizos,

de encuentros furtivos y errores de novicio.

Mi cuerpo desnudo de adornos,

ausente de pasiones carnales hasta esta noche

descubierta entre tus pliegues,

se ha desperezado con sabores ácidos,

ardor creciente y calma dulce.



Tú, experta ya en estas lides,

besaste mis labios temblorosos,

y me dijiste “no te preocupes”,

mientras desnudabas cuerpos y almas,

entre el temor de lo desconocido que me poseía

y el deseo feroz que me inundaba.



Mi torso delineaste con tus manos,

y las mías seguían indecisas, pero aprendiendo

a esbozar los trazos del amor,

y luego los vientres se besaron,

con lenguas ávidas de recorrer caminos

deseados con regueros de savia.



Las manos descorrían secretos,

los labios susurraban misterios y gemidos,

los cuerpos se pegaban, chocaban,

se apartaban y volvían a buscarse,

en la lid ardiente y entre sombras.



Nuestras bocas,

la tuya, suave y paciente,

la mía, inquieta y temblando,

se unían y luego, furtivas,

recorrían otra vez los cuerpos,

encontraban rincones secretos,

los besaban, con besos inconfesables,

y luego volvían a unirse

para contarse lo que habían descubierto.



Sobre el lecho del sacrificio más dulce,

me recostaste.

“Despacio”, dijiste con ojos brillantes,

y tus manos hicieron el resto,

hasta que, en un golpe decisivo,

pusiste tu cuerpo blanco y delgado

sobre mi desnudez virgen y erguida.



En el grito apagado nos unimos,

y en el vaivén del movimiento dual

nos fundimos una y otra vez,

con el arrojo del que se sabe condenado

a luchar contra lo inevitable.



Estoy despierto, y te contemplo.

Abres los ojos, y desperezas de nuevo

mis sentidos recién nacidos.



Me acerco hasta ti, te beso, agradecido,

y me fundo, impenitente pecador,

en tu cuerpo cálido, infinito misterio,

entre tus senos de rosa y tu pubis limpio

como una estatua antigua e hipnótica,

y quisiera morirme entre tus besos,

y quisiera la condena eterna

de tu cuerpo sensual e infinito.

No hay comentarios: