CLASE TEÓRICA
Es
relativamente simple. Hay que introducirse en el cerebro del sujeto que se
quiere dominar para hacer que haga y diga lo que pretendemos. Su personalidad
queda anulada. Al principio lo más complejo es controlar las conexiones
nerviosas, porque no hay dos individuos iguales. La fase previa de dominación
no debe requerir mucho tiempo: si se alarga el sujeto puede darse cuenta de que
es atacado y, en consecuencia, la misión fracasará. Aún más: podríamos
encontrarnos con que el agredido se vuelva activo y devuelva el ataque, o
incluso delate nuestras intenciones a sus congéneres.
Una
vez controlado el cerebro en sus pautas básicas, y subyugado el cuerpo ajeno
del que nos hemos apropiado, el siguiente paso es hacer que comience a influir
con sus actos, palabras, conducta en general, sobre los entes de su entorno y
su propio medio ambiente. Así, controlando un individuo podemos llegar a
influir en una gran generalidad, que será dominada de forma geométrica y hará
que podamos someter a toda la población del planeta en poco tiempo, y
utilizarla para transformar el hábitat y adaptarlo a nuestras necesidades.
¿Alguna pregunta?
Uno
de los jóvenes estudiantes de la asignatura de Posesión Cerebral preguntó:
-¿Cuándo
empezó la colonización del planeta del que nos habla?
El
profesor, con una mueca que debía ser equivalente a una sonrisa miró a su joven
discípulo:
-Fue
hace dos generaciones. Muchos de los nuestros están infiltrados en cuerpos de
dirigentes e individuos influyentes del tercer planeta, y están logrando la
terraformación de ese mundo a fin de adaptarlo a nuestras condiciones de vida,
aunque ello conllevará, sin duda, la extinción de la subespecie dominante en la
actualidad, que es incapaz de reconocer el peligro que corre el mundo al que
llaman “Tierra”.
Toda
la clase de adolescentes venusinos lanzó una exclamación mental de sorpresa y
admiración por el buen trabajo realizado por sus valientes congéneres.
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