MI SUPERHÉROE FAVORITO
Yo
tengo un superhéroe favorito. Os explicaré porqué es a él, y a nadie más, a
quien adoro por encima de los demás.
Mi
madre, una mujer de cincuenta y pocos años, apenas puede moverse debido a una
enfermedad de los huesos, no sé si la llaman esclerosis o algo parecido. El
hecho es que, desde hace unos años, las tareas de la casa nos la repartimos
entre todos… dentro del tiempo del que disponemos, porque el colegio y los
estudios nos llevan muchas horas. Ella se toma la situación con paciencia de
derrotado, pero no pierde la sonrisa y nos anima a seguir adelante.
Mis
tres hermanos, dos chicas y un chico, están estudiando. Todos lo hacemos,
aunque nos hubiera gustado trabajar y dejarlo todo. Pero es lo que hay, y lo
tomamos como una obligación y un deber.
Y
aquí viene mi superhéroe: no es ni joven, ni apuesto. Ni siquiera viste un
uniforme atrayente y multicolor, ni aparece en la prensa y los medios de
comunicación. Mi superhéroe viste como una persona normal. Se levanta todos los
días de la cama, muy temprano, hace el desayuno para todos, adecenta a mi
madre, se despide con un gran beso y una risa cantarina que nos inunda de
placer, y se marcha a la faena.
Mi
superhéroe trabaja dieciséis horas todos los días y, cuando vuelve a casa por
la noche, aunque sabemos que viene exhausto, vuelve a sonreír y a animarnos con
su cháchara alegre y despreocupada.
Mi
superhéroe, que ya peina canas y al que se le nota que el reúma lo va
encogiendo poco a poco, antes de dormir, todas y cada una de las noches, me da
un beso de despedida.
¡Qué
grande es mi padre!
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