A LA VENTA MI ÚLTIMA NOVELA, LA CASONA DEL INDIANO
EN BREVE SALDRÁ PUBLICADO MI SEGUNDO POEMARIO TITULADO ESOS DÍAS AZULES

viernes, 20 de marzo de 2020

Historias para superar una crisis, 6


DAÑOS COLATERALES

            Escribo estas, mis últimas palabras, antes de que el cosmos habitado por el hombre desaparezca. Fuera de este edificio, el universo es un caos en el que las estrellas, una a una, desaparecen tragadas por un vacío sideral infinito. Los días de la humanidad finalizan. Y todo por mi culpa: nunca debí construir la máquina del tiempo que me trajo hasta el futuro. Mis compañeros de investigaciones ya me avisaron de que el Tiempo no podía cambiarse, que era un imposible. Me negué a creerlos y defendí que, conociendo el futuro podrían modificarse determinados parámetros de nuestro presente para mejorarlos y evitar catástrofes, guerras y calamidades. No quise escuchar sus voces prudentes y, por eso, aquella noche, mientras ellos descansaban en sus aposentos, me dirigí hacia la cámara del Tiempo y viajé hasta este futuro, que es y será mi presente definitivo.
            La tierra se resquebraja bajo los edificios, incluido este en el que estoy refugiado. Me queda poco tiempo, y una eternidad para lamentar mi error… y mi pecado. Porque cuando, en este presente de caótico final, indagué sobre las causas del desastre universal descubrí, para mi desdicha, que todo lo provocó mi viaje en la máquina del Tiempo. Justo cuando la puse en marcha, el Universo, por algún motivo inexplicable, comenzó a colapsarse: quizá porque había roto las reglas del tiempo y el espacio, o tal vez porque las energías cósmicas que usa el artefacto tienen un efecto destructivo que desconocía. El hecho es que el cataclismo lo inicié hace doscientos años, cuando abandoné mi presente. Podría viajar al pasado y detenerme a mí mismo, destruir mi invento y salvar al mundo, pero también he descubierto que la máquina no puede ir hacia atrás en el tiempo: éste es como un libro incompleto, con las páginas del pasado completadas y las del futuro en blanco… y no se puede borrar lo escrito ni cambiar el orden de las cosas pasadas. Solo puedo dar saltos hacia delante, nunca hacia atrás… pero delante de mí no queda más que la nada eterna o mi propia muerte.

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