A LA VENTA MI ÚLTIMO POEMARIO, ESOS DÍAS AZULES

sábado, 21 de marzo de 2020

Historias para superar una crisis, 7



MATAR A UN DICTADOR

            Matías miró a su socio, Esteban. Luego volvió a contemplar el artilugio que acaban de terminar tras muchos años de trabajo y que, de funcionar, les haría viajar en el tiempo. Quedaba realizar una prueba contundente. Habían acordado que él sería el primero en probar la máquina, y ya la había programado para un lugar, y una fecha.      -Iré atrás en el tiempo –dijo a Esteban, mientras se introducía en la cabina aislante- hasta la infancia de Hitler y… -extrajo una pistola de su bolsillo- entonces lo mataré. No habrá segunda guerra mundial, ni holocausto, y cincuenta millones de vidas se habrán salvado a cambio de una sola – sin tiempo para esperar la respuesta de su asombrado compañero, pulsó un botón. Todo se desvaneció a su alrededor. Apareció en unos viejos almacenes de Linz, en Austria, que sabía abandonados por estudios previos de mapas de la época, y que estaban cerca de la vivienda del joven Adolf. Pronto localizó el domicilio donde vivía con su familia. Quedaba esperar a la noche y, protegido por las sombras, ir al domicilio de su víctima y matarla. Horas después le resultó fácil forzar la cerradura, penetrar en el dormitorio del chico y disparar sobre él. El resto fue una huida calculada hacia el almacén. Al meterse en la cabina y pulsar el botón rojo de regreso se sintió tranquilo y satisfecho a pesar del asesinato cometido.

-Hola, Matías – el tono de voz de Esteban, sin embargo, era distante, frío, casi amenazador. Estaba rodeado de una docena de hombres que vestían de negro.    
-¿Qué macabra broma es esta? – preguntó Matías cuando comprobó que los uniformes de los desconocidos eran los de las temibles SS de Hitler.
-Bienvenido al nuevo presente – Esteban se echó a reír, mientras los soldados uniformados detenían a Matías y se lo llevaban a rastras de la habitación – Debí decirte antes, querido amigo, que siempre fui un ferviente admirador de Adolf. Así que fui al pasado y puse balas de fogueo en tu pistola para evitar tu horrendo crimen. Después… unos toques aquí y allá… y la historia de la humanidad cambió por completo.

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